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El cortisol, conocido popularmente como la “hormona del estrés”, es un tipo de hormonas esteroides producidas naturalmente por las glándulas suprarrenales. Su producción está regulada por el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HHS), que responde a diferentes situaciones fisiológicas y psicológicas para garantizar la supervivencia y el equilibrio del organismo.

¿Para qué sirve el cortisol?

El cortisol desempeña una función crucial en varios procesos fisiológicos:

  1. Respuesta al estrés: Es fundamental para preparar al cuerpo ante situaciones de emergencia, aumentando los niveles de glucosa en sangre y modulando el sistema inmunológico para priorizar la energía disponible.
  2. Regulación metabólica: Influye en la conversión de grasas, carbohidratos y proteínas en energía utilizable.
  3. Función inmunológica: Regula la inflamación y modula la respuesta inmune.
  4. Control de la presión arterial: Ayuda a mantener un equilibrio adecuado de sodio y agua en el cuerpo, contribuyendo a una presión arterial saludable.

Efectos de niveles anormales de cortisol

Niveles altos de cortisol (hipercortisolemia)

El exceso de cortisol puede deberse a situaciones de estrés crónico, ciertas enfermedades como el síndrome de Cushing o el uso prolongado de medicamentos corticosteroides. Sus efectos incluyen:

  • Aumento de peso, especialmente en la zona abdominal.
  • Hipertensión arterial.
  • Insomnio o alteraciones del sueño.
  • Alteración en los niveles de glucosa, lo que puede llevar a resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.
  • Debilitamiento del sistema inmunológico, lo que incrementa la susceptibilidad a infecciones.
  • Problemas de memoria y concentración, debido al impacto negativo en el hipocampo, una región clave del cerebro.
  • Desgaste muscular y óseo.

Niveles bajos de cortisol (hipocortisolemia)

La deficiencia de cortisol puede ser causada por trastornos como la enfermedad de Addison o por el agotamiento del eje HHS debido a estrés prolongado. Sus efectos incluyen:

  • Fatiga extrema y debilidad muscular.
  • Hipotensión arterial, especialmente ortostática (mareo al ponerse de pie).
  • Hipoglucemia, lo que genera mareos y confusión.
  • Pérdida de peso y disminución del apetito.
  • Cambios de ánimo, como irritabilidad o depresión.
  • Mayor sensibilidad al estrés, con dificultad para manejar situaciones exigentes.

Cómo mantener niveles saludables de cortisol

  1. Gestionar el estrés:
    • Técnicas de relajación como la respiración profunda.
    • Practicar mindfulness para reducir la reactividad emocional.
  2. Rutinas de sueño saludables:
    • Dormir entre 7 y 9 horas diarias.
    • Mantener un horario constante de sueño y evitar pantallas electrónicas antes de acostarse.
  3. Alimentación equilibrada:
    • Consumir alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, antioxidantes y magnesio.
    • Evitar el exceso de cafeína, azúcares refinados y comidas ultraprocesadas.
  4. Ejercicio moderado:
    • Actividad física regular, evitando el sobreentrenamiento, ya que el ejercicio excesivo puede elevar los niveles de cortisol.
  5. Apoyo social:
    • Mantener relaciones saludables y buscar apoyo emocional en momentos difíciles.
  6. Control médico:
    • Realizar chequeos periódicos, especialmente si hay antecedentes de problemas suprarrenales o de estrés crónico.

Conclusión

El cortisol es una hormona esencial para la supervivencia y el bienestar. Sin embargo, tanto su exceso como su deficiencia pueden tener efectos perjudiciales en la salud. Implementar estrategias de autocuidado, mantener un estilo de vida equilibrado y buscar ayuda profesional cuando sea necesario son acciones clave para garantizar niveles saludables de cortisol y un funcionamiento óptimo del organismo.